Identidad
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La Sociedad del Divino Salvador es un instituto religioso apostólico de sacerdotes y hermanos, aprobado por la Iglesia católica.
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Por los votos de castidad, pobreza y obediencia, los salvatoriaos nos dedicamos completamente a Dios y a Su servicio en la Iglesia.
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Vivimos en comunidades religiosas y realizamos obras apostólicas.
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Mostramos al mundo la bondad y el amor de Cristo nuestro Salvador, por medio del ejemplo, de la palabra hablada y escrita y de todos los medios que el amor por Cristo nos inspira.
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Nuestra Sociedad está consagrada al Divino Salvador y sus patronos son María, Madre del Salvador, los Apóstoles, San Miguel y San José.
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Cooperamos con los otros miembros de la Familia Salvatoriana y con otros grupos en la promoción del conocimiento de Cristo, Salvador.
Misión
a Dios Padre, a su Hijo Jesucristo y al Espíritu Santo, para conducir a la gente hacia la salvación.
Regla de 1886
Los Salvatorianos, somos llamados a seguir a Jesucristo, el Divino Salvador, viviendo en comunidad dentro de la Iglesia universal y prestar un servicio apostólico. Así como lo hizo nuestro Fundador, el Padre Francisco María de la Cruz Jordán, proclamamos a todas persona la salvación que nos ha sido dada en Jesucristo, de tal manera que a través de nuestra vida y de nuestras actividades apostólicas, todos puedan llegar a conocer el único Dios verdadero, y a Jesucristo, enviado por el Padre y de esta forma puedan tener vida en plenitud. (Juan 17,3)
Para realizar la voluntad de nuestro Fundador, compartimos con todas las personas nuestra vocación apostólica. Estamos dispuestos a prestar nuestros servicios en todos los lugares, empleando todas las formas y medios que el amor de Cristo nos inspira. Nuestro apostolado no se limita a una actividad particular, como la educación o el trabajo con los jóvenes. Hacemos hincapié en la universalidad de la vocación cristiana, animamos a los laicos a que vivan su compromiso bautismal y a que sean testigos de la fe en su vida privada y social.
Por consiguiente:
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estamos presentes en países misioneros. Sostenemos el desarrollo humano, la vida de familia, la salud y la educación en medio de los pobres y los marginados;
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estamos en parroquias y las guiamos a la luz de nuestro carisma salvatoriano;
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acompañamos a los jóvenes para que descubran cómo vivir su vocación cristiana;
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promovemos la formación cristiana, animamos a las personas en su crecimiento espiritual y en su participación activa en la vida de la Iglesia y del mundo;
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investigamos y enseñamos en universidades;
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proclamamos el Evangelio en una forma actualizada y en diálogo con todas las culturas por medio de la comunicación social.